Por qué la gente no lee...

Nada más increíble que sumergirse en un libro excepto sobre quien me enamora mientras es una con su lectura. Pero qué pensar de quien rehuye de esos mundos cúbicos.
Es fácil echarle la culpa a la velocidad de nuestro mundo occidental, al mundo oriental y su fundamentalismo religioso, a la opresión del sistema económico, al tiempo y sus pocas horas... Pero el o la culpable simplemente dirán que no les interesa, sólo las frases inteligentes firmadas por internet que aparecen para ser regurgitadas indefinidamente.
El sentido común y el libre mercado de las relaciones sociales dictan que simplemente hagamos lo que queramos, aunque quien busca estudiar y analizar piensa qué herramientas debe utilizar para comprender a ese ser que sigue caminando pero por otros senderos. Autodisciplinarse con antropología y psicología... Ir a rincones de la metafísica hasta oscurecer los sentimientos iniciales por una crisis de la idilia.
Idilia, sí. Idilia, aunque no se lo quiera aceptar. Antes de hablarle a ese amor apto, una capa fina de nuestro imaginario depositó un espejo bromista para vernos casi a nosotros mismos pero sin dejarnos ahogar en nuestra propia imagen. Nos combinamos con ese amor, fallamos miserablemente en juzgar al otro cuando sólo fue su forma lo que quedó y las líneas de esa silueta son nuestros propios gustos sin encontrar a quien le dio forma.
Así morimos ahogados por una manta. un submarino que nos atrapa y roba el aire posible de vida propia y compartida... Cómo se ha llegado acá, por qué sigue ahí nuestro reflejo cuando queremos encontrar una mano para acompañarnos en el camino. Capaz simplemente es nuestra esencia susurrando que sólo necesitamos de nosotros mismos, y quien acompaña en el camino es un ser enigmático, misterioso e infinito. Y así debe ser.

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