Enredarse más que enamorarse...

Uno dice que esas primeras etapas es el enamoramiento, y claramente es así. Aunque en mis experiencias e intentos personales termina encajando mejor la palabra "enredar".
Básicamente uno entre nervios, omisiones y tropiezos termina en una suerte de baila sin ritmo que otorga tiempo para cultivar luz o fuego de la chispa primigenia que los unió en un principio.
Ahí es donde se vuelve una aventura o una odisea quedando en una serie interminable de oportunidades de llegar a mostrar algo del ethos de uno entre tantas capas de experiencias, expectativas y exteriores.
Es una trampa china donde cuando más uno intenta más difícil se logra, donde el permanecer en un estado en blanco abre la puerta a escribir una historia conjunta. Los trazos justamente juegan con ese blanco, el silencio, cada intermedio... Las acciones simplemente ayudan a dibujarlos para recordarlos vívidamente en un plano donde sean testigos los que nos sucedan.
Ahí tal vez logre avanzar finalmente en ese sentimiento de cuatro letras de paradójica inconmensurabilidad, en el baile de dos sílabras, cuatro letras que esperamos siga indefinidamente para evitar recitarlo en las tanguerías reviviéndolo. Buscamos el triunfo del silencio negando el baile ritual mortuorio de ese momento que ya no es.

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