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Elecciones
Muchas veces me tiento en decir que yo elegí a mi familia antes de nacer, que yo fui dueño de mis elecciones aún estar de haber sido gestado. Luego caigo en que mi poder de elegir sólo pudo surgir una vez que era dueño de cortar mi vida o dejarla seguir.
Uno escapa hacia paisajes metafísicos, míticos y de mundos maravillosos donde uno mata al villano y es el héroe de la historia. Lo difícil es afrontar la realidad con sus lentos tiempos de resolución contra la media hora de aventura diaria que nos muestra la televisión. Sólo los locos tienen la fortuna de vivir esa fantasía sin ser removidos de ella.
En mi caso construí la fantasía de familia, disfuncional pero familia al fin. Donde en vez de decir que quería tener madre y hermano nuevamente para no estar solo, dije que volvía para ayudar a parar un ataque de vándalos a la casa de mi familia e invertir en un lote al lado de la casa. La realidad es que no quería estar solo, quería poder decir que tenía madre.
Esas decisiones fueron formándome como persona y modificando las consecuencias a esperar, me dieron y quitaron amores que nunca podría negar ni agradecer. Hoy en mi tercera década estoy en un momento que nuevamente elijo seguir o cortar, pero ya no mi vida (porque aprendí a amarla) sino de mitos y fantasías que piden demasiado de mi tiempo como para dejarlas correr libres nuevamente.
Aunque duela debo enfrentar la realidad, que el amor incondicional de madre o de un hermano pueden fallar, caducar o cesar de existir... Que estar solo es parte de la vida y anhela por compañía.
La vida es caminar, soltar y explorar. Ahí seré libre, en un mundo infinito fuera del vacío universal.
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