Un ser aborrecible que detesta toda señal de amor por creer que un fracaso personal es la regla absoluta de toda persona que camine por ese sendero.
Sentirse superado de errores sólo porque los mismos están de los ojos para abajo, y así quedarse sin verlos.
Hablar con la oscuridad en la compañía de las sombras hasta rascar las paredes lo suficiente para que puedan devolver un leve eco en el vacío del alma de uno.

Uno espera ese bofetazo de la vida por faltar el respeto a aquellos que dejaron de acumular felicidad, y no por elección propia... Un robo, una estafa, un desperdicio pero la condena es la contraria al beso de la muerte. Es un aprendizaje largo y doloroso, hasta que al encontrarse con la cura se da cuenta que vivió al final, unos momentos, pero vivió.

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